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La Homosexualidad

El estudio de la homosexualidad en México se puede dividir en tres épocas separadas, coincidiendo con las tres grandes épocas históricas de México: época precolombina, virreinato e independencia, a pesar de que el rechazo hacia la homosexualidad forma un hilo conductor que atraviesa las tres épocas.
Los datos sobre los pueblos precolombinos y de la primera época de la colonización son escasos y confusos. Los cronistas describían a menudo las costumbres indias que les sorprendían o que desaprobaban, pero tendían a tomar una postura acusadora o de disculpa, lo que convierte en imposible distinguir entre realidad y propaganda. En general, parece que los
mexicas eran tan homófobos como los españoles y que otros pueblos indígenas tendían a ser mucho más tolerantes,[1] hasta el punto de honrar a los berdaches, los «dos espíritus», como chamanes.
La historia de la homosexualidad en la época colonial y posterior a la independencia todavía está en gran parte por ser estudiada. Dominan el panorama sobre todo las ejecuciones de sodomitas de 1658 y el «
baile de los 41» de 1901, dos grandes escándalos en la vida pública mexicana.
La situación está cambiando en el siglo XXI, en parte gracias al descubrimiento del colectivo LGBT como potenciales consumidores, el llamado
peso rosa, y turistas. Se han creado leyes para combatir la discriminación (2003) y dos entidades federativas, el Distrito Federal y Coahuila, han legalizado las uniones civiles para homosexuales (2007). El 21 de diciembre de 2009, a pesar de la oposición de la Iglesia, el Gobierno de la Ciudad de México aprobó el matrimonio homosexual, con 39 votos a favor, 20 en contra y 5 abstinencias, convirtiéndose la primera ciudad de América Latina en hacerlo.[2] Sin embargo, México seguía siendo en 2007 uno de los países en los que más delitos se cometen contra la comunidad LGBT, siendo asesinada una persona en un crimen homofóbico cada dos días.

Homofobia.

La homofobia está muy extendida en la sociedad mexicana. Estadísticas muestran que sólo entre 2002 y 2007 han sido asesinadas 1000 personas en crímenes homofóbicos, tal como reveló en mayo de 2007 la Cámara de Diputados mexicana, lo que convierte a México en el segundo país del mundo con mayor tasa de crímenes homofóbicos (tras Brasil).[3] [31] En un estudio periodístico de Fernando del Collado, publicado con el título Homofobia, odio, crimen y justicia, se habla de 400 muertos entre 1995 y 2005, es decir, unos 3 asesinatos al mes,[32] pero la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia calcula que sólo se denuncian uno de cada cuatro crímenes.[33] De enero a agosto de 2009 habían sido asesinados sólo en Michoacán 40 homosexuales, casi todos en el área de Tierra Caliente.[34] La gran mayoría se realiza contra homosexuales masculinos; de 1995 a 2004 «sólo» se habían producido 16 asesinatos de mujeres.[35] Los crímenes son a menudo ignorados o investigados con poco interés por las fuerzas policiales, lo que da impunidad al delincuente en el 98% de los casos.[32] [33] Otras formas de violencia menos graves se clasifican de la siguiente forma según un estudio de 2007 de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Xochimilco: violencia verbal en el 32% de los casos, acoso sexual en el 18%, asalto en el 12%, seguimiento o persecución en el 12% y amenazas en el 11%. Según el estudio de la UAM, las discriminaciones más frecuentes «fueron la no contratación en un empleo, 13 por ciento; amenaza de extorsión y detención por policías, 11 por ciento; y maltrato de empleados, 10 por ciento».[36]
Un 71% de los jóvenes mexicanos no aceptaría que se le dieran los mismos derechos a los homosexuales que a los heterosexuales.[35] Una encuesta de 2006 afirma que el 33% de los mexicanos siente aversión por los homosexuales, un 40% no quiere políticos destacados homosexuales y un 32% no quiere vecinos homosexuales.[32] La homofobia también está profundamente enraizada en la familia. En 2004 sólo 4 familias de asesinados por homofobia, de un total de 26, se ofrecieron a dar información sobre el asunto a una comisión que estaba investigando. En la Ciudad de México, en 2004, de 125 cadáveres de homosexuales, sólo 75 fueron reclamados por sus familiares, de otros 13, la familia acudió sólo a la identificación y la familia del resto ni se acercó a la funeraria, a pesar de haber sido informados.[32] Existen indicios de que jóvenes mexicanos están siendo internados en clínicas psiquiátricas tras confesar su homosexualidad a la familia. Un 16% ha sido rechazado por la familia y un porcentaje mayor ha sido agredido físicamente por familiares.[35]
La cultura popular alienta esta actitud. El grupo de música rock Molotov editó en 1997, en su álbum ¿Dónde jugarán las niñas?, la canción Puto. La letra de la canción contiene frases como Marica nena mas bien putín, Puto nace, puto se muere, Amo a matón / matarile al maricón / ¿¡y que quiere este hijo de puta!? / quiere llorar, Puto, le faltan tanates al / ¡puto! / le falta topiates / ¡puto! / le faltan tanates al puto puto.[37] [38] El productor, Gustavo Santaolalla, en unas declaraciones a la revista Retila, afirmó que la palabra no se había empleado en el sentido de «maricón», sino en el sentido de «cobarde» o «perdedor», que también se emplea en México.
La
iglesia católica también ha contribuido a una visión negativa de los homosexuales. En 2010, José Guadalupe Martín, obispo de León (Guanajuato) y presidente de la conferencia episcopal mexicana entre 2004 y 2006, cinco días después del terremoto de Chile, insinuaba que los homosexuales (junto con la violencia del narcotráfico) son culpables de los desastres naturales, al incurrir en la ira divina por el matrimonio homosexual:[40]
Ante la violencia, el odio, la venganza y la muerte, ante las iniciativas de ley que afectan la base de la sociedad como es la familia, ante la inseguridad y el sufrimiento de tantas personas es bueno meditar los signos de los tiempos y preguntarnos con los terremotos, las lluvias, las inundaciones, ¿no nos estará hablando el señor?, ¿qué nos está diciendo con todo esto?
José Guadalupe Martín
Las consecuencias sobre la comunidad LGBT se muestran el estudio de la UAM, que afirma que el 27% de las personas LGBT estudiadas sufren trastornos mentales y riesgo de alcoholismo, un 40% ha tenido ideas de suicidio y el 25%, un cuarto, lo ha intentado.

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